El pasado 26 de septiembre, la humana y consultora de Equipo Humano, Natalia Juarranz, participó en el evento organizado por ‘La Verdad‘ y ENAE, donde se puso el foco en atraer y retener el talento mediante la innovación en políticas de recursos humanos.
Sin perder la esencia.
Natalia Juarranz, HR talent management consultant de Equipo Humano, compartió una serie de claves para que las empresas sean emocionalmente inteligentes, a través de ejercicios prácticos que despertaron el interés de los asistentes. Comenzó con un juego disruptivo: los espectadores tenían que enviar por WhatsApp el emoticono del corazón a uno de sus contactos. La idea era generar emociones, y lo consiguió. «Se contagian», añadió.
También propuso dibujar un billete de cinco euros y, curiosamente, pocos sabían qué elementos aparecen en ambas caras. «Los vemos todos los días y no les prestamos atención», justificó la experta, para, a continuación, aconsejar que «no perdamos la esencia de mirar más allá a las personas con las que nos rodeamos, para descubrir los secretos que esconden».
Sin embargo, Juarranz aseguró que la gestión de las emociones, tanto las propias como las ajenas, es una tarea «complicada», ya que «somos nosotros los que tenemos que aprender de ellas para poder controlarlas, y no al revés». En este sentido, las habilidades sociales ayudan a resolver situaciones de manera efectiva, por ejemplo, gracias a la empatía, destreza que permite «ponernos en los zapatos de los demás, eso sí, habiéndonos antes descalzado los nuestros», al saber entender las emociones de terceros, compartir sus preocupaciones y entender sus comportamientos.
Para que los directivos asimilen que cada trabajador es diferente al resto, la experta invitó al público a cerrar los ojos y abrirlos cuando ellos creyeran que habían transcurrido 60 segundos. El resultado, pese a la exactitud de las agujas del reloj, fue variopinto: unos se quedaron cortos, otros se pasaron y algunos sí atinaron. «Las personas tenemos percepciones distintas, por lo que las empresas deben entender a cada trabajador, ver su realidad y gestionar sus expectativas», indicó la consultora, quien tildó este ejercicio como un acto de generosidad. Al respecto, insistió en implementar en el día a día la misión, la visión y los valores que las empresas presumen en sus webs, con la intención de «alinear los sentimientos entre los miembros».
Además, cuantificó en 37.000 euros de media lo que supone para una empresa que un trabajador se marche, entre formación invertida y búsqueda de un sustituto. «¡Cómo para no intentar gestionar sus emociones!», bromeó.
En la selección de personal, la experta recomendó «mojarse» para mejorar la experiencia del candidato. ¿Cómo? Eliminando las clásicas preguntas sobre ‘dónde te ves dentro de cinco años’ o ‘cuáles son tus puntos fuertes y débiles’ para sustituirlas por ‘por qué te reñía tu madre cuando eras pequeño’ para identificar sus defectos o ‘te preparas la comida el día de antes o cuando llegas a casa’ para descubrir si es una persona organizada. Y también enviando un correo electrónico al aspirante para avisar que no ha sido seleccionado, sin olvidar darle las gracias por dedicar parte de su tiempo.