La pregunta «¿prefiere una persona o un título?» puede parecer fácil de responder, pero la realidad nos demuestra todos los días que no es así.
A diario me encuentro con empresas que tienen baremos de selección de personal infranqueables, debido principalmente a los últimos años donde había una reina indiscutible: la «titulitis».
Había estudiantes que hacían cursos única y exclusivamente para conseguir el tan preciado título. Poco importaba si la materia les iba a resultar útil o atractiva. Se había implantado en la sociedad la idea de que cualquier persona con un determinado título conseguiría trabajo mucho antes.
Se creía, por tanto, que talento y título iban de la mano, de forma que los títulos formativos constituían auténticas barreras que podían marcar el futuro de las personas en las organizaciones.
Afortunadamente, podemos decir que ha habido un cambio significativo y que el mercado, las organizaciones y la sociedad nos han puesto a todos en nuestro sitio.
Formación
Aún con todo, es muy sorprendente que las empresas que buscan personas sigan definiendo cada puesto de trabajo de una forma tan fría, lógica y racional, indicando datos como por ejemplo edad, títulos, idiomas, conocimientos técnicos, experiencia, funciones, etc. Esto no quiere decir que no sea necesaria una formación, pero no sólo eso. La «titulitis» es insuficiente para la era que estamos viviendo. Así, se siguen describiendo los puestos de trabajo como si los fueran a ocupar máquinas que dicen a todo que sí, que no tienen emociones y que lo peor que les puede suceder es quedarse «sin batería».
Ya no vale seguir describiendo los puestos de trabajo como se hacía cincuenta años atrás. La realidad del mercado, de las empresas y de los clientes nos requiere otro tipo de información mucho más valiosa: la persona.
Cuando me reúno con un cliente le hago las siguientes preguntas con respecto al tipo de persona que quiere contratar:
- ¿Cómo te gustaría que pensara?
- ¿Qué tipo de conductas son las que más apreciarías?
- ¿Qué rol va a desempeñar en el equipo?
- ¿Qué tipo de emociones quieres que predominen en la persona?
- ¿Qué tipo de vivencias te gustaría que hubiera tenido?
Lo habitual es que el empresario nunca se haya planteado estas cuestiones y por lo tanto no tenga respuestas.
Claves
La clave para construir un buen equipo es comenzar por el final e imaginarse a la persona en el puesto que hay que cubrir. Cierra los ojos por un segundo e imagínate cómo es la persona que estás buscando. Hazte las siguientes preguntas:
¿Qué piensa la persona que quieres contratar? ¿Piensa de forma global o analítica? ¿Piensa en el futuro o en el presente?¿Piensa con ambición o todo lo contrario? ¿Piensa en equipo? ¿Debe pensar de forma diferente? ¿Sus pensamietos son positivos?
¿Qué siente esa persona? ¿Es racional, lógica, estructurada y planificadora? ¿O por el contrario es emocional?
¿Qué le gusta escuchar? ¿Prefiere recibir halagos? ¿Le gusta escuchar que la responsabilidad es suya? ¿O prefiere recibir pautas y ejecutarlas?
Todas estas preguntas corresponden a lo que se denomina Mapa de Empatía, una herramienta desarrollada por la empresa Xplane para entender al cliente y poder crear servicios y/o productos ajustados a un segmento de cliente potencial.
Se trata de una herramienta que se aplica a otro sector diferente al de los recursos humanos y funciona. ¿Por qué no aplicarlo para detectar a las personas idóneas para nuestra empresa?
José Enrique García – Director General de Equipo Humano – @JEGarciaLlop – jegarcia@equipohumano.com