¿Cómo? ¿Que ya estamos en primavera?
Uff, ni nos habíamos dado cuenta. La lucha intensa, en las principales trincheras, en los frentes más encarnizados, hecha en equipo.
Pero en otras muchas situaciones muy solitaria y muy personal, nos está alejando de las cosas cotidianas, de lo que debería estar pasando por nuestras mentes y por nuestros corazones en estos momentos, perturbados por el virus maldito y asesino.
Comenzar cada día con la misma preocupación con la que nos fuimos a intentar descansar el día anterior, no nos está ayudando.
Conectar cada día, al inicio de la mañana, con las noticias, a través de cualquier medio disponible, que hoy son muchos para muchas personas (pero no para todas), nos devuelve a la realidad distorsionadora y preocupante de manera demoledora.
Las primeras miradas decaídas, esforzadas en la lucha, ocupadas en lo ahora prioritario, y los primeros saludos familiares, si tienes la suerte de estar en familia, o contigo mismo frente al espejo en tu primer momento solitario del día, no nos permite recordar lo bueno que había sido siempre comenzar el día con optimismo, con una sonrisa, y enfocados a disfrutar de lo que nos fuera a deparar la jornada.
Hoy estamos todos juntos en la lucha, pero muy solos en nuestros pensamientos en muchas ocasiones, especialmente si no somos capaces de recuperar pronto nuestra normalidad, nuestra cotidianidad, al menos en nuestra mente, en nuestro entorno individual y solitario.
Es cierto que tenemos a muchas personas, héroes y heroínas, peleando desesperadamente contra la pandemia, y también es cierto que toda ayuda es poca en estos momentos.
Pero si bien está quedándonos a todos claro que la parte de la batalla que cada uno de nosotros puede pelear es la de los hábitos y prácticas de protección que se nos pide, y el confinamiento que pronto será total y sin fisuras, porque así lo exigirá la situación, podemos hacer algo más, aunque aún no está llegando el momento de darnos cuenta.
¿Qué va a pasar cuando acabe esta primavera que ahora está empezando?
Pues que por el camino nos habremos dado cuenta de que nos habíamos dejado de lado el factor humano de todas las cosas.
Que no habíamos puesto de verdad a las personas en el centro de todo, en los negocios, y en la vida en general.
Que nos fijaremos mucho más en las personas que tenemos a nuestro alrededor, les habremos echado de menos durante este confinamiento, y aprenderemos a observar y reconocer su valor.
Que aprenderemos a poner foco en lo importante, frente a lo urgente y lo estresante.
Que habremos reconocido nuestros propios valores, pero también nuestras propias limitaciones.
Que cada persona quedará puesta en su sitio en todos los sentidos, tanto aquel que habrá dado todo por ayudar a salir de la situación, como aquel que, bloqueado en algunos casos, o pasivo en otros, no habrá aprovechado la oportunidad para sacar lo mejor que es capaz de dar para los demás (y para sí mismo).
Y que muchos, los mejores, habrán sabido encontrar los momentos de serenidad necesarios para ir viendo siempre la luz al final del camino.
Porque, o ya estaremos cerca de ese final, o como mínimo estaremos viéndolo a unos pocos pasos más. Pero seamos claros, la primavera entera la vamos a necesitar en la batalla.
¿Y qué podemos hacer para disfrutar de esta primavera, aún en medio de la tormenta viral?
Sin duda, ser activos. Pero ser activos en aquello que podamos hacer de verdad.
Como escuché hace unos días de un gran hombre dedicado siempre a ayudar a los demás, no necesitamos héroes y heroínas, lo que necesitamos son profesionales, verdaderos expertos en lo que hay que hacer.
Los consideramos héroes y heroínas porque además se dejan la piel, la sangre e incluso la vida, pero son los que mejor saben lo que hay que hacer.
Por tanto, si muchos de nosotros no podemos hacer nada más en la lucha diaria contra la malvada enfermedad, desde un punto de vista sanitario, sí que podemos hacerlo desde un punto de vista de las personas, y de los negocios que dirigimos o en los que aportamos nuestra profesionalidad y nuestros conocimientos.
Y con ello también seremos héroes y heroínas, preparándonos para el lanzamiento que llegará cuando acabe la primavera. Y sin dejar de prepararnos durante el camino.
Ahora llegan tiempos de protección, primero de las personas, sí, pero también de los negocios y los puestos de trabajo. ¡No nos dejaremos a nadie atrás!
Es lo que estamos escuchando, y para ello, cuando miremos hacia atrás al final de la primavera, tenemos que recoger a los que hemos dejado por el camino esperando, teletrabajando en algunos casos, exhaustos en otros, porque les hemos pedido que sigan trabajando presencialmente, todas las horas del día hasta agotarse, ya que su dedicación era vital en lo necesario en la batalla.
En muchos casos vamos a dejar a personas desocupadas, apartadas traumáticamente de su puesto de trabajo para proteger el negocio y darle continuidad futura.
Todos deben ser recuperados, y con ello recuperaremos a las personas, y también a los negocios, y los tendremos listos para lanzarnos a la más veloz carrera de los últimos tiempos, la de recuperar el tiempo y la energía derrochada en la guerra sanitaria que ahora nos toca enfrentar, y volcarnos en acelerar la recuperación económica, volviendo lo antes posible a la senda de estabilidad y crecimiento. Serán unos pocos meses, y hay que prepararse.
Dar descanso a los agotados será fundamental, pero mientras ellos incansablemente siguen su tarea, el resto, los desocupados temporalmente, tienen la oportunidad de mantenerse conectados con la profesión, con el negocio, de mejorar sus conocimientos, de ocuparse en aportar ideas, de conocer otras formas de pensar, de aprender a aprender, de desaprender hábitos y prepararse para los nuevos, para otra velocidad. Para el cambio. Para la transformación. Porque luego ya nada será igual.
Y los empresarios, los líderes, deben preparar el terreno. Primero, y aún en estos días, reordenarse, protegerse, proteger el negocio.
Pero pronto, muy pronto, deben serenarse, enfocarse, y ponerse manos a la obra. Liderar el cambio y la preparación, liderar la actividad que hay que mantener, sea más o menos intensa.
Liderar la preparación del equipo para ir adaptándose a las circunstancias.
Facilitar las herramientas para esta adaptación, tecnológicas, está claro, pero sin olvidar las formativas y de aprendizaje, incluso las emocionales y de apoyo personal.
Y al final, liderar la preparación para salir a toda velocidad cuando den la señal.
La primavera traerá solidaridad, dolor (no se podrá evitar), pero también aprendizaje y reconocimiento de los esfuerzos.
Tenemos el deber todos, líderes, empresarios y trabajadores, ocupados o desocupados, durante este tránsito, de ayudar a que el virus no se lleve por el camino todo lo que hemos conseguido con tanto esfuerzo.
Y todo irá bien.
Manuel Muñoz, Director de Desarrollo de Negocio de Equipo Humano.