Dicen que todas las crisis tienen etapas, y reconocerlas y anticiparlas es la mejor manera de llegar hasta el final y salir bien parado.
Pero ¿se puede salir bien parado de ésta?
No lo vemos, no tenemos todavía la certeza de cuándo será, ni siquiera si será pronto. Pero sí, todos sabemos que saldremos de esta también. Y lo que toca ahora es intentar reconocer y anticipar las etapas por las que vamos a pasar.
Hablamos de negocios, por supuesto, pero también de personas detrás de las empresas y los negocios. Personas sufriendo la dura batalla, participando activamente, o resguardando sus energías para cuando les toque luchar.
La pandemia, dicen, está pasando también por sus etapas. Lentas, ¡ojalá fueran más rápidas!, pero no será posible. No en esta pandemia. Esperemos que la siguiente nos pille más preparados.
Hemos tenido la etapa del aviso. Lo teníamos delante. Desde China nos llegaban las señales allá por la Navidad pasada (incluso antes, algunas leyendas hablan de años atrás y países luchando en la batalla biológica). Pero estábamos en lo nuestro, que no era poco. Tiempo perdido. Credibilidad perdida.
Lo primero que hicimos fue la objeción, la siguiente etapa. Negar que a nosotros nos pudiera pasar nos dejaba más tranquilos. Y darnos cuenta de que al final nos ha pasado, nos ha enojado, nos ha enfurecido. El tiempo pasado durante la objeción y la negación ha sido vital. Nunca sabremos hasta qué punto lo pagaremos. Tiempo perdido. Vidas perdidas.
Cuando hemos empezado a reaccionar nos hemos asustado. Y ha aparecido la incertidumbre, la tercera etapa. Al principio no sabemos qué hacer, el miedo nos bloquea, o nos hace hacer muchas cosas y todas sin sentido, contrarias entre sí.
¿Eso es posible? Sí, es natural, querer hacer lo que sea, como sea, pare que no nos pille parados. Nos refuerza. Tiempo perdido. Negocios perdidos.
Por fin lo aceptamos, pasando a la siguiente etapa. Y nos hemos puesto a trabajar frenéticos, mirando atrás recordando lo que podíamos haber hecho si hubiéramos empezado antes.
¡Qué lástima! Pero necesitábamos pasar por las etapas anteriores. No hay forma de evitarlas. No se ha inventado aún una máquina mejor que las personas pasando por los estados emocionales necesarios y naturales.
Es lo que tiene, para lo bueno, y a veces para lo malo. Pero no hay tiempo, ya hablaremos, si nos acordamos, de lo que podíamos haber hecho.
Ahora estamos actuando, aún descoordinados, pero aunando esfuerzos, tratando de parar la avalancha unos, mientras otros empiezan a pensar en lo siguiente que va a suceder. Tratar de ver a medio o largo plazo en esta etapa es difícil, pero es imprescindible.
Y en medio de esta etapa, mirar más allá del corto plazo es hablar de unos pocos meses. ¡Que sean pocos por favor! ¿Tiempo perdido? Ahora no hay tiempo para perder el tiempo.
Seguimos avanzando, y ahora ya empezamos a tener confianza. Es la etapa en la que pronto queremos estar. Empezaremos pronto a controlar la situación, estaremos equilibrados, conteniendo y reparando, por un lado, y cambiando y transformando, por otro.
Empezaremos a estar tranquilos, aparecerá la calma, vigilantes, pero con serenidad. Empezaremos a pensar no sólo en reparar, sino en recuperar el terreno perdido cuanto antes. El tiempo aquí es fresco, reconfortante. Es una brisa, por fin, en el final de la tempestad.
Y por fin aprendemos. Es la etapa final. Intentaremos sacar lo bueno, y lo no tan bueno, de lo que ha sucedido, no sólo para que no vuelva a suceder, sino también para darnos cuenta de que ahora somos diferentes.
Algo ha cambiado, y para siempre. Las crisis hacen salir lo mejor, pero también lo peor que llevamos dentro. Ponen a prueba a las personas. Ponen a prueba a los equipos. El tiempo ya es nuestro.
Pudiera parecer que estamos hablando de países, de gobiernos, de empresas, de personas. En realidad de cualquiera de ellos. Las etapas son iguales para todas las dimensiones, para todos los universos. Es un multiverso con las cosas principales exactamente iguales.
¿Y nuestros negocios? ¿Y nosotros en nuestros negocios? Pues igual. Son las mismas etapas.
La primera etapa de las crisis en los negocios se suele llamar de detección. Es la de aviso. Pero esta vez hay que reconocer que era difícil de detectar. Al menos era difícil de anticipar que el Covid-19 podría tener tanto impacto directo en mi negocio. ¿Aprenderemos para la siguiente?
En todo caso, lo importante en las empresas es ser muy fuertes en la siguiente etapa, la de prevención. Un esfuerzo notable en la prevención minimizará, para otras veces, el tiempo perdido mientras negamos las situaciones de riesgo, o nos bloqueamos cuando las tenemos delante y nos asustan.
Estar siempre analizando los riesgos, las alternativas, los virajes del mercado, de las economías, de las tendencias, de la innovación, de las formas de pensar, de los comportamientos, de las personas y sus estados de ánimo.
Tendemos a estudiar todas estas variables para detectar oportunidades, para definir nuestra propuesta de valor, aquello que podemos hacer bien, y que nos hace diferentes.
Pero después de esta crisis, si aprendemos, las analizaremos también para protegernos con más rigor de lo que hacíamos hasta ahora.
Las empresas están entrando ahora en la etapa de contención. Pero si pasan mucho tiempo en la incertidumbre, y se bloquean o hacen múltiples cosas sin sentido, perderán un tiempo precioso.
Hay que actuar con serenidad, con equilibrio entre lo que hay que hacer para que no se hunda el barco, y lo que hay que hacer para que cuando flote, coja una velocidad incluso superior a la que tenía.
Estaremos tapando los agujeros, eliminando (temporalmente) el lastre que no podemos arrastrar en la travesía que hemos de pasar, pero es difícil tener la templanza suficiente para no precipitarse, para ser justos y comedidos al mismo tiempo.
Para no hacer más recorte del necesario, asustados, y que luego lo paguemos porque nos hemos quedado sin talento para volver a ser quienes éramos. Es la etapa más complicada. Y no hay que correr. Bueno, hay que correr, sí, pero en una buena dirección, no en zigzag.
Y lo más importante de todo. A todas las empresas nos ha impactado la crisis del Covid-19 al mismo tiempo. Por tanto, estamos todos en la misma etapa.
No lo olvidemos, porque si ahora queremos que nuestros clientes, o el mercado, nos hagan caso, es que estamos fuera de la realidad. Todo va a requerir su momento.
Pronto, algunos ya, estaremos en la etapa de recuperación, en la que ya estaremos transformando nuestro negocio, adaptándolo, analizando día a día, con agilidad, lo que va sucediendo, y anticipando lo que podemos hacer para ir ganando terreno, estando cerca de las oportunidades que vayan surgiendo, y muy cerca de nuestros clientes de nuevo para comprender cómo ellos también están cambiando.
Ya nada será igual para nadie, y los modelos de negocio se tendrán que transformar a toda velocidad mientras se recuperan.
O más contundentemente: los negocios que no se transformen lo tendrán difícil, su recuperación será más lenta.
Querer llegar a esta etapa antes de tiempo, mientras el resto de las empresas todavía está en su etapa de contención, nos puede meter en problemas al gastar energías en algo que no tendrá rédito. Nadie no estará escuchando todavía. Tranquilos. Calma. Todo requiere su momento.
Y la etapa final, la de aprendizaje. Esa que siempre olvidamos, porque las cosas vuelven a ir bien, y queremos disfrutar muy rápido de la recuperación. Error, no aprender, para corregir, y mejorar, es un grave error.
Nuestra recuperación así pordía ser cortoplacista. Porque otros, los mejores, sí van a aprender y van a lograr una transformación más profunda, que les permita ser más competitivos, y lleguen a interiorizar más las oportunidades que les ha brindado el paso por esta tormenta.
Tranquilos. Todo pasará, pero requiere su tiempo, y sus etapas. Tiempo y etapas que hemos perdido al principio, pero que podemos recuperar ahora. Estamos a tiempo.
Manuel Muñoz, Director de Desarrollo de Negocio de Equipo Humano.