Resulta muy fácil hablar del trabajo en equipo en las organizaciones pero debemos ser conscientes que en primera instancia la propia empresa debe fomentar que esto ocurra, pasando de trabajar por áreas, a trabajar por equipos de trabajo donde cada una de las personas aporte lo mejor de cada uno. Creando espacios para compartir. Situaciones, encuentros donde las personas puedan debatir y discernir sobre diferentes temas sin miedo a lo que dirán o comentarán.
Este sería el primer paso, pero sinceramente y desde la experiencia este cambio de paradigma no es suficiente. Debemos darle ALMA a estos equipos. Citando a Díaz. S. el trabajo en equipo se puede definir como; “conjunto de personas que poseen destrezas y conocimientos específicos, que se comprometen y colocan sus competencias en función del cumplimiento de una meta común”. Posiblemente y de forma implícita se está citando que las personas que forman un equipo deben desarrollar un espíritu común, un sentido más allá de lo racional que los une, que les hace sentirse unidos y protegidos por sus mismos compañeros/as.
Podríamos decir que se trata de los sentimientos propios de una tribu, y que no sólo hablamos de apoyo mutuo, cooperación, confianza, etc., que evidentemente son necesarios pero necesitamos algo más. Me refiero a un sentimiento, a una emoción o varias que hace que las personas compartan su propia experiencia pensando en el bien común de todos/as los integrantes pero de forma inconsciente y de forma espontánea.
Para que esto ocurra hay una primera etapa de desorientación donde los valores del equipo no están claros, la dirección confusa así como los objetivos a conseguir, para pasar a una etapa de tormenta donde se comienza comentar y debatir sobre los valores emocionales del equipo, para pasar a una fase de explosión donde todos los integrantes han demostrado cumplir con los valores descritos y comienzan a trabajar de una forma armónica, equilibrada y desde un punto de vista común: el alma construida.
Puede resultar metafórico, ensoñador, así como imposible, pero hay evidencias de equipos que han llegado a conseguirlo.
Ponle ALMA a tu equipo.
José Enrique García, Director General de Equipo Humano.
Vía El Mundo