Quien conoce más o menos los Sanfermines sabe que hay dos maneras de correr en los encierros: hacerlo bien y hacerlo mal. En la mayoría de las empresas ocurre lo mismo, pues los plazos, los clientes, los objetivos de facturación pueden llegar a soplar en la nuca más amenazadores que el más bravo de los toros.
Los plazos, los clientes, los objetivos de facturación pueden llegar a soplar en la nuca más amenazadores que el más bravo de los toros
Una persona que se incorpora de nuevas a una empresa o a un equipo de trabajo es como un turista recién llegado a los Sanfermines. Está asombrado por todo lo que le rodea, probablemente no entiende absolutamente nada y, si dejamos que entre en el encierro de buenas a primeras, lo más probable es que acabe corneado o pisoteado.
No, las cosas requieren un proceso:
TRANSMITIR LA CULTURA
Los aspectos técnicos de un puesto de trabajo se pueden aprender o mejorar sobre la marcha. Pero la cultura de una empresa es algo intangible, difícil de asimilar si no es de forma guiada. Es responsabilidad de la empresa ser capaz de transmitir a la nueva incorporación toda esa amalgama de hábitos, estilos, valores, condiciones, históricos, actitudes… Si nuestro turista va a correr en Sanfermines, hablémosle antes un poquito de España, de Pamplona, dejemos que conozca a su gente, que se empape de su historia y tradiciones, que viva la fiesta desde dentro.
CONOCER LA EMPRESA Y EL PUESTO
La segunda cuestión a tener en cuenta si queremos que una nueva incorporación sea productiva lo antes posible, es presentarle adecuadamente la compañía, y el puesto que se dispone a ocupar dentro de esa compañía. Esto incluye una visita guiada al organigrama completo de la organización y una puesta en contacto con aquellos roles que más van a complementar al nuevo miembro del equipo en su día a día.
Correr delante del toro ya es bastante complicado como para además tener que orientarse por el recorrido, adivinar los movimientos de los que le rodean, interpretar las señales sobre la marcha o improvisar decisiones a ciegas. Mostrémosle a nuestro turista el recorrido completo. Expliquémosle en qué tramo correrá él o ella, qué papel juegan los mozos, qué riesgos debe evitar y qué trucos le ahorrarán disgustos.
OFRECER UNA REFERENCIA
Nadie puede acoger mejor a un trabajador que otro trabajador. Por eso el Plan de acogida incluye necesariamente la tutorización del recién incorporado por parte de un miembro estratégicamente escogido de la organización. Bien sea por su antigüedad, por su pericia técnica o por su capacidad empática, la persona o personas asignadas como tutores serán esenciales para que la nueva incorporación sea un éxito y genere un vínculo emocional con su nueva compañía. En resumen, seguro que a nuestro turista le irá mucho mejor si se arrima a un corredor veterano. Éste será el encargado de darle los consejos previos y también quien le guíe durante la carrera, dándole seguridad si lo está haciendo bien, corrigiéndole si se equivoca o incluso salvándole el pellejo si las cosas se tuercen.
Si dejamos que entre en el encierro de buenas a primeras, lo más probable es que acabe corneado o pisoteado
Parece de sentido común, ¿verdad? Quizá por eso es uno de los sinsentidos más comunes, el de incorporar a personas sin más protocolo que un apretón de manos o una palmadita en la espalda. Si acompañamos a nuestras incorporaciones, si planificamos su entrada en la organización, lograremos su integración de una forma mucho más eficiente y productiva, y nos ganaremos por añadidura una parte importante de su afecto.
Por todo ello, el Plan de acogida constituye uno de los bloques fundamentales del servicio de selección acompañada Empatiza, de Equipo Humano.