En Equipo Humano venimos aplicando la formación experiencial desde hace ya más de 14 años, especializándonos cada vez más en el procedimiento de aprendizaje, con el objetivo de conocer de forma más detallada cómo aprenden los adultos.
El aprendizaje experiencial lo desarrollo David Kolb allá por el año 1998, entendiendo la experiencia como toda la serie de actividades que permiten aprender.
No hay que recurrir a mucha literatura para demostrar que la experiencia es un buen proceso de aprendizaje, pues la vida trascurre a base de experiencias. Desde que el bebé está en el vientre de su madre, la experiencia le va dotando de sentidos para desarrollarse posteriormente.
Pero lo más importante es que si aplicamos la experiencia a la formación en habilidades y aptitudes en el ámbito profesional, podemos acelerar el proceso de aprendizaje de una forma asombrosa.
LA FÓRMULA DE LA FORMACIÓN EXPERIENCIAL:
FE=EC+EA+OR+CA (experiencia concreta, experiencia activa, observación reflexiva, conceptualización abstracta)
El aprendizaje experiencial se basa en dos ejes que se cruzan entre sí, como podemos ver en la siguiente imagen.
Exponemos a los alumnos a una experiencia concreta, que se ha desarrollado en función de los objetivos que desea conseguir la empresa. A partir de esos objetivos o competencias a desarrollar, se desarrollan ejercicios metafóricos de su realidad más inmediata. Es exponerlos a la zona de reto, para ver cómo actúa cada uno de ellos.
A partir de la ejecución de esa tarea, se reflexiona utilizando el método socrático acerca de cómo lo hemos realizado, qué podíamos haber hecho mejor, etc. Así, mediante una serie de preguntas, se llega a la conceptualización abstracta. Es decir, que cada participante desarrolla un pensamiento conceptual que hace que sus comportamientos posteriores vayan a ser diferentes, pero aún nos falta la fase de aplicación. Resulta imprescindible realizar una reflexión sobre cada uno de los ejercicios, pues de lo contrario estaríamos hablando de outdoor training (aventura y diversión) pero no estaríamos hablando de formación. Aún resulta más importante que lo puedan aplicar a su día a día a través de comportamientos concretos, por ello cualquier formación experiencial debe terminar con la adquisición por parte de cada alumno de una serie de compromisos que va a poner en marcha cuando llegue a su puesto de trabajo.
La formación experiencial no es un simple outdoor training de diversión, detrás existe una serie de objetivos pedagógicos que se deben conseguir.
En el siguiente esquema vemos cómo influyen los estilos de aprendizaje que deben ser abordados en la formación experiencial. Tenemos que crear una divergencia, para que lentamente se vayan asimilando las conclusiones y que converjan de una forma cognitiva (en nuestro pensamiento) con el último fin de sentirnos cómodos a la hora de aplicar los siguientes comportamientos.
Es tarea del facilitador que el alumno pase por cada uno de esos estadios, pues de lo contrario la asimilación de los nuevos comportamientos no se realizará de forma prolongada en el tiempo, que es uno de nuestros objetivos en la formación.
En el siguiente dibujo, podemos observar cada uno de esos estadios así como las diferentes preguntas de reflexión.