Hoy se cumplen cuatro años desde la muerte de Steve Jobs. Unos lo llaman genio, otros inspiración, muchos dicen que cambió el mundo. Pero lo que indudablemente cambió fue la empresa cofundada por él, al frente de la cual supo crear y difundir una cultura corporativa tan fuerte que ha perdurado en su ausencia.
En el sitio web de la compañía de la manzana, hoy, se publica un mensaje de recuerdo del que fue el alma de la marca y de la empresa. También se puede ver un carrusel con los mensajes de cariño de la gente, desde familiares y amigos hasta fans y usuarios de la marca. La palabra «inspiración» abunda en estos textos. Algunos comparan a Jobs con Elvis o figuras similares. Y no pocos afirman que Steve Jobs y su «think different» les cambiaron la vida.
Más allá del personaje, destaca por encima de todo su obra. Con Apple, no sólo fue corresponsable de la construcción de una compañía que lleva décadas superando a la competencia en innovación y calidad de producto y de servicio. Fue más que eso. Steve Jobs es, probablemente, el directivo que mejor ha entendido el poder de la cultura corporativa. Cuando uno entra en una tienda Apple, todo es cultura. El producto es cultura, pero también la manera de exponerlo, la idea de que puedas usarlo. La forma de atenderte es cultura. Los empleados viven la marca, la proyectan, la respetan y la quieren casi como «una forma de vida». ¿Un bar para resolver dudas técnicas? ¿Por qué no? Eso es cultura.
Sé lo que estás pensando. Estás pensando en marketing. Sí, pero antes del marketing está la cultura. Es imposible comunicar y vender con coherencia una marca que no tiene personalidad por sí misma. Y esa personalidad no se aprecia sólo en la atención al cliente o en la comunicación comercial. Es algo que está en el ADN, que se palpa y se siente, que crece y se retroalimenta todos los días. Es la manera de hacer, la manera de decir, la manera de tratar al cliente, al proveedor, al colaborador, al empleado. Es la forma de dirigir, la forma de presentarse en sociedad… La cultura es todo.
Steve Jobs supo crear una cultura de empresa fuerte y carismática. Tanto, cuatro años después de su muerte, el alma de la empresa sigue intacta, su éxito pujante y la devoción de sus fans y usuarios incondicional. Jobs lideró la creación de un intangible que no depende de ninguna persona, ni siquiera de él. Y eso lo hace enormemente valioso.
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