Desde muy pequeños mi padre nos introdujo en la cultura del teatro. Él pertenecía, y lo sigue haciendo, al grupo de teatro local y a mi hermano y a mí siempre nos daban algún papel que debía interpretar un niño. Así fuimos creciendo y mi hermano decidió estudiar Arte Dramático y ahora es actor profesional, un gran actor, con mucho talento que demuestra cada vez que se sube a un escenario y nos hace vibrar con sus interpretaciones. Pero llegar hasta este momento no ha sido fácil, ha tenido que cursar una carrera, se marchó a París a estudiar con uno de los mejores «maestros», pasó por Madrid y ha formado parte de grandes compañías que le han dotado de experiencia.
Tengo otro hermano, el más pequeño, él no vivió de esa forma los escenarios y, curiosamente, se inclinó por la música. Y, sí, en la música ha forjado su profesión. Desde muy pequeño todos decían de él que tenía un oído prodigioso y una memoria fotográfica. Y eso le ha ayudado a terminar su carrera, que parecía interminable. Recuerdo a mi hermano siempre estudiando, desde muy pequeño, y ensayando con su inseparable trompa, que es el instrumento que él toca. Ciertamente tiene un extraordinario talento.
Recuerdo con mucho cariño una gran serie de los años 80, de la que era fiel seguidora, FAMA; algunos también la recordaréis. Me viene a la cabeza aquella frase con que la dura profesora de baile, encarnada por Debbie Allen, recibía a sus alumnos en la Escuela Superior de Artes Escénicas de Nueva York «queréis la fama…, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor». A ver, ¿entonces no vale solo con tener ese «don»? Claro, si fuera suficiente con eso, no existirían las escuelas de arte, de música, etc. porque el talento exige tener una habilidad, pero también tener conocimientos.
Al recordar esta exitosa serie no he podido resistirme a buscar información de sus personajes, sobre todo de Leroy Johnson. Era impresionante ver bailar a ese chico, puede que fuese el que más habilidad para el baile tenía. Mi sorpresa es encontrarme con la noticia de su muerte, en 2003, con sólo 41 años. Murió de sida. Curiosa por conocer algo más, me encuentro una noticia que cuenta cómo rodó la película en la que se basó la serie y estuvo las seis temporadas que esta duró (solo dos personajes se mantuvieron las seis temporadas). Sin embargo una vez finalizada la serie, Gene Anthony Ray (el nombre del actor que interpretó a Leroy) decidió vivir de ella. El resto de personajes han continuado siendo compositores, actores o actrices y músicos. Es aquí donde entra en juego el tercer factor que influye en el talento: la actitud, esa predisposición a hacer las cosas de una u otra manera. Y es que la mejor forma de predecir el futuro es crearlo, y en ello entra en juego la correcta gestión que hagamos de nosotros mismos.
Y esto mismo es lo que debemos aplicar a las empresas, una adecuada gestión que nos garantice la productividad y la consecución de los objetivos y metas que nos hayamos propuesto. Las organizaciones del siglo XXI estamos embarcadas en un nuevo marco en el que hemos de ser capaces de Gestionar el Talento si queremos formar parte del futuro y, visto lo anterior, tendremos que valorar no sólo los conocimientos y las habilidades sino también la manera en la que se comportan las personas que forman parte de nuestra empresa. El futuro lo creamos nosotros y son las pautas que sigamos las que lo marcarán en un sentido o en otro:
1. La cultura empresarial es lo que identifica el carácter de una empresa, su forma de ser y, al igual que en cada uno de nosotros, se manifiesta en la manera de actuar, en la forma en la que afrontamos cada situación y en cómo actuamos ante las diferentes situaciones. Cada persona nos gestionamos en base a nuestros propios valores, la empresa debe también establecer cuáles son los valores que le van a servir de guía para crear el futuro deseado. Estos serán la base para determinar cuál es la actitud que esperamos de las personas que formen nuestra organización.
2. Ese futuro deseado tendrá que quedar recogido en un plan estratégico. Existen dos tipos de empresa, las que saben lo que quieren y las que no lo saben. Si sabes lo que quieres no vale con tenerlo en la cabeza, no vale con que exista una declaración de intenciones; necesitas establecer un plan que marque los objetivos que quieres alcanzar y los pasos que vas a necesitar dar. No dejes que te ocurra como a nuestro anterior bailarín, dejarse llevar no es la solución, y lo que antes pudo ser tu éxito puede convertirse en el motivo de tu fracaso. Ahora bien, sé realista y establece tu plan teniendo en cuenta tus posibilidades y aquello con lo que sí vas a poder cumplir.
3. Ahora será necesario que pienses cómo debe organizarse tu empresa para alcanzar esos objetivos propuestos de la forma más eficiente posible y, claro, optimizando al máximo los recursos para evitar incurrir en costes innecesarios que, en muchas ocasiones, nos abocan a la muerte. Aquí es imprescindible pensar qué y quienes me facilitarán realmente la consecución de esa meta propuesta. Y es aquí donde empieza a entrar en juego el talento de las personas que nos deben rodear, porque ellos serán esos facilitadores.
4. Establece ahora el perfil de cada uno de los puestos de trabajo, teniendo en cuenta las responsabilidades y la capacidad de desempeño que tiene una persona. En esta última se incluye el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que le harán conseguir los resultados esperados. Aquí debes tener en cuenta los dos primeros puntos porque éstos te servirán de base para definir el perfil y el peso específico que vas a darle a cada factor (habilidades, conocimientos y actitudes).
5. Crea un mapa de talento. Lo que no puedas medir no puedes gestionarlo. El mapa de talento es una herramienta que te va a permitir evaluar a las personas en base a habilidades, conocimientos y comportamientos (actitudes). De este modo tendrás identificado el valor de cada una de las personas que forman la organización y el potencial futuro de éstas. Tendrás una fotografía y también una hoja de ruta tanto a nivel individual como organizativo.
Eduardo Galeano presenta en su libro «El mundo al revés», una frase que había recogido de una pintada en una ciudad latinoamericana que decía «cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas». Hoy más que nunca es el momento de anticiparse, de ser proactivos, de encontrar nuevas respuestas.
¡¡Abre la caja y mira de nuevo!!
Teresa Bañón
Consultora y Responsable Delegación Alicante
Equipo Humano